viernes, 23 de septiembre de 2016

EL POEMA SYNTRA.

Es en Portugal donde Luisa escribirá las obras que hoy conocemos de ella.

Este poema, titulado “Syntra” fue escrito antes de 1.546, pero impreso en París veinte años después, ya fallecida, en 1.566 (Syntra Aloysiae Sygaeae Toletanae aliaque ejusdem ac nonnullorum praeterea virorum ad eamdem epigrammata, quibus accessit Paulli III P. M. epistola de singulari ejus doctrina ac ingenii praestantia ; tumulus ejusdem ab Andrea Rosendio et Claudio Monsello concinnatu. Paris: Denis du Pré 1566), por diligencia de Jean Nicot, embajador de Francia en Portugal de 1.559 a 1.561, a requerimiento de su padre Diego Sigeo, que mediante una carta fechada el 1 de octubre de 1.561[1], le daba traslado del mismo poema y le rogaba que lo imprimiese. Nicot le envió a Diego Sigeo el poema impreso, con esta dedicatoria:

“Aquí tienes el poema de tu Luisa, mi Sigea: el cual durante la travesía me ha deleitado de tal manera que el alivio del mal cuerpo y de las náuseas a ti y a la destreza de la pluma de tu hija os los debo. Ahora te lo devuelvo con la recomendación y los halagos de Cl. Monsello, el más experto de los oradores. Tú procura que la infanta doña María aprecie esta opinión en lo que vale, pues nunca se sostuvo en Francia un juicio de tal clase con respecto a una criada suya. Luisa, mi Sigea, gracias a ti de nuevo ha nacido, aunque en verdad antes nunca murió del todo. Vivirá innumerables siglos gracias a la belleza exquisita de ese arte que ella estudió con tanto celo. Y ahora, como una antorcha aún más resplandeciente, ilumina a las mujeres hispanas y a todas las demás con su asombroso amor a las letras. Adios. París 1 de junio de 1.566. Jean Nicot.” [2]

 Nos es bien conocida la fecha de composición de «Syntra» porque este poema lo remitió Luisa a Pablo III en 1.546 junto con la carta escrita en cinco idiomas, que ya hemos mencionado en otra entrada (cfr. Biografía.03. Motivo inicial de su famaL La carta al papa Paulo III), y en donde le decía al Pontífice que como le había mandado sus primeros escritos, consideraba razonable mandarle también éste, como fruto más sazonado tanto por su edad como por su cultura e inteligencia.

Según Odette Sauvage, la carta tuvo que ser escrita a principios de 1.546, puesto que fue llevada por un amigo de su padre Diego, Gaspar Barreiros, del que ya hemos hablado, al que el infante D. Enrique envió ante el Papa para darle las gracias por haberlo nombrado cardenal, y, se sabe, que éste estaba ya en Roma en abril de 1.546[3]. Por eso podemos decir que estaría terminado «Syntra» en 1.545.

La carta que Luisa le envió al Papa Pablo III decía así:

«Hace ya tiempo había ofrecido a Vuestra Santidad algunas florecillas de mi humilde ingenio, a la manera del agricultor diligente, que con las primeras plantas florecidas ciñe los altares de los dioses, para que bajo la protección de éstos, una vez que crezcan hasta su justa medida, produzcan frutos más abundantes. Pero ahora que un estudio constante, la edad y un sentido mucho más despierto me han hecho progresar hacia una producción literaria un poco más importante, he considerado que valía la pena extender ante vuestros santísimos pies, verdadero Pontífice Máximo, una muestra de mis frutos más maduros, adornada con variedad de lenguas. Aunque nunca me hubiera atrevido a ello si no me hubiera persuadido con sus hábiles palabras el egregio poeta y filósofo Britonio, a quien, si recuerdo bien, hace unos seis años, con la audacia propia de la juventud, había confiado mis inmaduras primicias para que las hiciera llegar a vuestra Beatitud. Éste hace poco, en verdad, con una carta suya me ha liberado totalmente de un temor algo ingenuo que se había apoderado de mi persona, al asegurarme lo que a través de todo el Orbe Cristiano la fama celebra, a saber, que Vos, quien lleváis las llaves de la Corte Celestial, que sólo Vos abrís y nadie cierra, que Vos cerráis y nadie abre, no sois, como suelen serlo los príncipes mortales, ni irritable ni malhumorado ni reservado, sino el más humano, el más clemente y, entre los buenos, el mejor. Y para no cansar con una carta tan larga los oídos de vuestra Santidad, agotados con los negocios más graves de este tiempo, he añadido ritmos a mi Musa, porque he oído que Vuestra Beatitud se complace más con los versos que con la prosa. Recibid, pues, con alegre semblante nuestra “SYNTRA”, escrita enhonor de la Serenísima Infanta María de Portugal, a quien ciertamente ofrecimos nuestras obras con un gran placer al estar íntimamente ligada al César y a los demás monarcas por el esplendor de la sangre y a las Musas por el interés de sus estudios. Pero si vuestra Santidad, mientras florece vuestro Santísimo Pontificado, comenzara a interesarse por mi persona, por mi ingenio y por mi erudición, toda la posteridad celebrará este inmortal beneficio con otros innumerables poemas. Que tenga salud Vuestra Felicísima Santidad para hacer crecer y proteger el redil del rebaño cristiano que le ha sido entregado.
En la corte del invencile Rey de Portugal.
Año 1.546.
Postrada a los pies de Vuestra Santidad, la más humilde sierva, Luisa Sigea Toledana».
[4]

El poema «Syntra», como nos cuenta María Regla Prieto, tiene su origen en un rumor de 1.545, según el cual, el príncipe Felipe de Austria (luego rey Felipe II de España), al quedarse viudo de su primera esposa, quizá pudiera casarse con la infanta Doña María. Luisa Sigea

recogió como material poético esas murmuraciones y escribió el poema “Sintra”, dedicado a su princesa. El arranque y el planteamiento del poema no son muy originales. Sintra aparece representado como un paraíso bucólico, guardado entre majestuosas rocas, “dominado por el murmullo de las cristalinas aguas”. Un lugar maravilloso donde viven Faunos, Ninfas y Sátiros. En este lugar de ensueño, a Luisa Sigea se le aparece una Ninfa que le desvela a la Sigea “el hado” –el futuro- de doña María y le vaticina que la Infanta se casará en breve con un príncipe que ocupa un lugar elevado entre el resto de los mortales. Con este esposo llegará a dominar el mundo, en alusión directa como hemos señalado al heredero del Imperio español. A pesar de que el rumor se quedó sólo en eso y de que no hubo ni noviazgo ni boda, el poema tuvo mucho éxito en la corte y recogió los elogios de numerosos humanistas[5].

Publicado inicialmente como "Syntra Aloisiae Sygeae Toletanae aliaque eiusdem, ac nonnullorum praeterea doctorum virorum ad eandem epigrammata: quibus accessit Pauli III P. M. epistola de singulari eius doctrina, ac ingenij praestantia. Tumulus eiusdem ab Andrea Resendio, & Claudio Monsello concinnatus". París: Dionisio del Prado, 1566.

Será reimpreso posteriormente, entre otros, por:

  • Cerdá y Rico, Francisco (1739-1800) . Clarorum hispanorum opuscila selecta et rariora tum latina, tum hispana. Madrid: Antonio de Sancha, 1781, pp. 261-264.
  • Allut, P. A. (1794-1880). Aloysia Sigea et Nicolas Chorier - Syntra Aloysiae Sygaeae Toletanae aliaque ejusdem ac nonnullorum praeterea virorum ad eamdem epigrammata, quibus accessit Paulli III P. M. epistola de singulari ejus doctrina ac ingenii praestantia ; tumulus ejusdem ab Andrea Rosendio et Claudio Monsello concinnatu. Lyon: Chez N. Scheuring, 1862.
  • Silvestre Ribeiro, José. Luiza Sigea. Breves apontamentos historico-litterarios. Memoria apresentada á Academia Real das Sciencias de Lisboa, pelo socio effectivo José Silvestre Ribeiro. Lisboa: Typographia da Academia, 1.880, Appendice, pp. 45-48.
  • Parada Barreto, Diego Ignacio(1829-1881). Escritoras y eruditas españolas. 6 Apuntes y noticias para servir á una historia del ingenio y cultura literaria de la mujeres españolas, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, con inclusión de diversas escritoras portuguesas é hispano-americanas. Vol. I. Madrid: M. Minuesa, 1881, pp. 140 y ss.
  • Por su parte, M. Menéndez Pelayo (1856-1912) lo tradujo al castellano por primera vez (Estudios poéticos. Madrid, 1878, pp. 95-101).

    Serrano y Sanz, Manuel (1866-1932). Biblioteca de Autores Españoles. Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas. Desde el año 1.401 al 1.833. Vol II. Madrid: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1.905, pp 404-405 y 405-407, reproduce el texto latino (pero de un manuscrito de la Biblioteca Provincial de Toledo, variante) y la traducción de Menéndez Pelayo.

    


    En el texto que proponemos, en latín, seguimos la transcripción de Serrano y Sanz, que es la del manuscrito de Toledo.

    Entre corchetes [...] las formas originales de la edición princeps y las reproducciones de la misma de Allut, Cerdá, Silvestre...

    Nos dice Serrano y Sanz que no sabemos si el manuscrito es el texto original, corregido luego por Nicot o algún humanista, en su publicación; o es al revés, el manuscrito, al ser una copia, ha sufrido modificaciones sobre el texto original.




    SYNTRA.
    ALOYSIAE SYGAEAE TOLETANAE ALIAQUE EIUSDEM AC NONNULLORUM PRAETEREA VIRORUM AD EAMDEM EPIGRAMMATA: QUIBUS ACCESIT PAULI III P. M. EPISTOLA DE SINGULARI EIUS DOCTRINA AC INGENII PRAESTANTIA.
    TUMULUS EIUSDEM AB ANDREA RESENDIO ET CLAUDIO MONSELLO CONCINNATUS.
    PARISIIS:EX TYPOGRAPHIA DIONYSII A PRATO, MDLXVI.

    AD AUGUSTISSIMAM EAMDEM [MARIAM INFANTEM],

    SYNTRAE DESCRIPTIO POETICA, PER LOISAM SYGEAM TOLETANAM.

     

    «Est locus, occiduas ubi sol æstivus ad oras
    Inclinat radios, nocte premente diem:
    Oceanumque petit, curruque invectus eburno,
    Iam cursu lassos æquore tingit equos.
    [005] Vallis ibi inclusa, scopulis ad sidera ductis,
    Deflectit clivos: murmurat intus aqua.
    Obiicit Oceano molem, ternæque minantur
    Supernae [Excelsæ] rupes tangere tecta poli.
    Et nisi condensi cingant fastigia nimbi,
    [010] His cælum credas sistere verticibus.
    Rupibus his Fauni, sunt hic quoque lustra ferarum,
    Venator matres figat ubi et catulos.
    Inferne viridi densantur robora fronde:
    Silvano et Satyris efficit umbra domos.
    [015] Populus hic, corylique decus, fagusque pirusque,
    Et cerasus, prunus, castaneaeque nuces,
    Et plantæ innumeræ mortalibus esca beatis,
    Quæ sunt divorum munera non hominum [cælicolum].
    Flava Ceres dextra mortales volvere [vertere] terram,
    [020] Et serere, et messes condere, sponte docet.
    Pan læva, Arctoum mundus qua surgit ad axem,
    Pascere dat passim gramine posse pecus [gramina læta gregi].
    Citrea mala rubent, vallis qua tendit ad imum,
    Qualia fert rutilans hortulus Hesperidum:
    [025] Et lauri frondes, victorum premia quondam,
    Quæque poetarum texere serta solent:
    Et myrtus Veneri sacra crispatur in umbra:
    Cuncta placent fructu, floribus ас redolent.
    Hic philomela canit, turtur gemit atque columba:
    [030] Nidificant volucres, quotquot ad astra volant.
    Silva avium cantu resonat, florentia subtus
    Prata rosas pariunt, liliaque et violas,
    Fragrantemque thymon, mentam, quoque pullegiumque [roremque marinum],
    Narcyssum et neptam, basylicumque dium [sacrum]:
    [035] Atque alios flores, ramos herbasque virentes,
    Terra creat pinguis vallibus ac nemore.
    Quis passim Dryades capiti cinxere corollas,
    Et Fauni et Nymphæ cornigerique Dei.
    Ast ubi devexam [præcipitans] leni fluit unda susurro
    [040] Per vallem umbrosam rupibus alta cadens [aeriis]:
    Stagna replet, pulchræ mersant ubi corpora Nymphæ,
    Aurora aut splendet, seu regit umbra polum:
    Regia celsa lacu supereminet, unde comantem
    Prospiciat [Prospectat] silvam candida virginitas.
    [045] Hinc ego prospiciens, oculis dum singula lustro,
    Naturæ admirans munera, delitias,
    Liquerat Auroram Cephalus, vultuque rubenti
    Illa aperit terras, pandit et illa polum:
    Emersit stagnis subito pulcherrima Nympha
    [050] Tunc forma referens, corpore, voce deam.
    Suspicit, adloquitur que ultro me in arce [hac voce] sedentem
    Vocibus his: “Salve grata puella Diis [Deis].
    Pectore quid volvia, Sygea, de Principe tanta [Quid tecum, SYGEA, putas? Tu principis almæ]
    Arcibus his posita [spectans] noscere fata cupis?”
    [055] Tunc ego: “Si superi firmarent numine quantum
    Exoptem, dominant tollere ad astra velim,
    Tu que cesariem [О quæ cæsarie], vultumque, oculosque sinusque [vultuque, oculisque, sinuque],
    Et certe incessu tu mihi tota Dea es! [diva videre mihi!]
    Nympha loci custos, vitreo quæ gurgite lymphas
    [060] Concipis, et Divum pandere fata potes:
    Tu mihi fatorum seriem, quæ regia virgo
    Regna manet, resera, quive [quosve] manent thalami [manet thalamos?]
    Illa libens roseo ( dum sic loquor) intonat ore:
    “Quod, virgo, rogitas, accipe, nec dubita.
    [065] Neptunus genitor nuper me ad alta [summa] tonantis
    Atria deduxit [perduxit] concelebrata Diis [Deis].
    Consedimus [Constiterant] cuncti ambrosia cum nectare pasti [vescentes nectare, пес non]
    Virginis et dulces fata levant epulas [Ambrosia: at postquam mensa remota fuit],
    Digna petunt divi regali in principe dona,
    [070] Imperio ut superet, quas superat meritis.
    Docta Minerva aderat, Musaeque [cantusque] inventor Apollo,
    Calliopeque primi, pignora grata Iovi [Nec non Calliope, pignora chara Iovis].
    Quos coluit virgo, quorumque exercuit artes,
    Hicque vicem referunt prospera cuncta petunt [Illi gratantes munera pulchra petunt].
    [075] Iuppiter his ridens [adridens] vultu, quo sidera lustrat,
    Respondet Divis, qui petiere simul:
    “Gaudete, o Superi: perstant [perstare] immota potentis
    Principis augustæ maxima fata vobis [volo].
    Nec, licet adspiciat quasdam nunc carpere regna,
    [080] Desperet: capient mox sua fata locum.
    Nonnisi per magnos vincuntur magna labores:
    Nec tulit ignavos regia celsa Deos.
    Quosque aliæ sponsos captant [captent], visuntur ubique:
    Quem sibi fata parant, nonnisi summa tenet.
    [085] Нæс reget imperium felix, quum nupserit, orbis:
    Pacatus dominæ cedet uterque polus.
    Vade ergo, et timide referes [referas], quæ diximus, ore
    Fatidico, ut lætos exigat illa dies.
    Nec sis sollicita, aut metuas prædicere fata:
    [090] Succedent votis ordine cuncta tuis.”
    “Augurii, repeto, tempus mihi, Nympha, recense.”
    “Recte, inquit, rogitas: tempora nosse opus est.
    Nam Pater Omnipotens, epulis de more solutis,
    Fatorum superis tempora certa dedit.
    [095] Antequam rapidum volvat Sol aureus axem [Ante polum quam sol circum volvatur utrumque],
    Sæpius a Cancro versus ad Ægoceron,
    Quæ cecini, venient: voti rea maxima princeps
    Ante aras [aram] supplex tunc pia thura feret.
    Dixerat, et liquidas resilit Dea rursus in undas,
    [100] Præcipiti et saltu gurgite mersa latet.
    Ast ego, quæ Infantis causa dubitare solebam
    Antea, tunc rediens omine certa fui.
    Mercurium, credo, Nymphæ sub imagine Olympo
    Demissum, ut Dominæ sic mihi fata canat.
    [105] Nunc supplex tendo iunctas ad sydera palmas
    Pro tali augurio; nec mihi cassa fides.
    Нæс ego cum videam [quum cernam] compleri in Principe vates,
    Inter cælicolas tunc mihi locus erit cælicolas [ Spero cælicolas inter habere locum]

    Guardan un sitio las hespérias playas
    Do, en ebúrnea carroza conducido,
    Cuando vence la noche al claro día,
    Su radiante corona el sol estivo
    Destiñe, y los corceles fatigado
    Baña del ponto en los cristales fríos.
    Un valle do murmuran frescas aguas
    Cercan peñascos hasta el cielo ergidos;
    El mar dominan y tocar parecen
    La etérea cumbre tres enhiestos picos.
    Y si no orlarán su cabeza nubes,
    Dijérase que en ello sostenido,
    Como en pilares de diamante inmobles,
    Del cielo estriva el eternal zafiro.
    Moran allí los Fáunos saltadores,
    Y en el antro de las fieras escondido
    Penetra el cazador, de astucia armado,
    Que hiere con la madre al cachorrillo.
    Sus verde hojas despegando el roble
    De la intrincada selva en el recinto,
    Sombra y morada placentera ofrecen
    A Silvanos y Sátiros lascivos.
    El haya crece allí, crece la encina
    Y el álamo de Alcídes escogido,
    Y el peral, el cerezo y el castaño
    Con las flexibles ramas del corylo.
    Y otros dones innúmeros, que al hombre
    Feliz para sustento ha concedido
    La bondad de los Dioses inmortales,
    Míranse á breve espacios reducidos.
    Allí la rubia Céres por su mano
    Enseñan á cultivar el suelo opimo,
    Semillas lanza, y las alegres mieses
    Hacen luego brotar del surco hendido.
    A la siniestra del florido valle
    Por do al Arctos el mundo está vecino,
    Alegres pastos á la grey balante
    Ofrece pan a campos extendidos.
    La hespéride granada purpúrea
    Del hondo valle en el recito esquivo;
    Muestra el laurel sus hojas, que corona
    Tejen al luchador del premio digno
    Encrespándose da sombra sagrada,
    Amado de Afrodita, el leve mirto;
    Hallánse al par de bien olientes flores
    De Cintra en el vergel frutos dulcísimos
    Se oye el cantar de suave Filomena
    Y de la viuda tórtola el gemido,
    Y cuantas aves por el éter vagan
    Tienen en estos árboles sus nidos.
    Llena la selva sus alegres cantos,
    Rosas produce el prado, violas, lirios,
    Y la menta aromosa y el romero,
    El tomillo, la mepta y el narciso.
    De yerba ornados, de verdor y flores
    Rien do quier el prado y el ejido;
    Con flores entretejen sus coronas
    Las Dríadas, las Faunos fugitivos.
    Fúlgida rueda susurrante al agua
    Del rudo seno del pañón altivo
    A regar en corriente sosegada
    El valle melancólico y sombrío.
    Forma ancho estanque do las Ninfas bellas
    Bañan tal vez sus cuerpos peregrinos,
    Cuando la Aurora en su cabeza esplende
    O cuando el cielo cubre manto umbrío.
    Regio alcázar elévase en la orilla
    Del lago limpidísio y tranquilo,
    Y desde allí las cándidas doncella
    Prado contemplan y jaral bravío.
    Desde allí sus delicias yo admiraba,
    en cada objeto el ánimo embebido,
    al tiempo que la Aurora derramaba,
    por tierra y cielos su esplendor divino.
    Cuando espejo líquido quebrando
    Brota gallarda Ninfa de improviso,
    En voz y aspecto semejante á Diosa,
    Que con acento blando así me dijo:
    — Salve, doncella de los dioses cara,
    ¿qué miras, di, desde la torre erguida?
    ¿de tu princesa conocer el hado
    quieres, Sigea?
    Y respondila: — si los altos Dioses
    Cumplir quieran lo que yo deseo,
    a mi señora en los sublimes astros
    vieras alzada.
    Oh tú que en rostro, cabellera y ojos
    En leve paso mullido seno,
    Diosa pareces que el lugar custodias,
    Cándida Ninfa,
    De cuya boca trasparente manan
    De aqueste río las serenas ondas,
    Tu revelarme el celestial decreto
    Puedes acaso.
    Dime la suerte que á la virgen regia
    Guardan los hados en futuros días,
    Cuál la reserva el eternal destino
    Tálamo de oro.
    Interrumpióme con rosado labio:
    —Virgen, escucha, mi verdad no dudes:
    poco ha Neptuno á las etéreas sedes
    me ha conducido.
    En el alcázar del supremo Jove,
    La ambrosía y néctar en doradas copas
    Los inmortales, del fulgor ceñidos,
    Ledos gustaban
    Ya retiradas las fragantes mesas,
    Por tu señora suplicaron todos,
    Para que a cuantas en virtudes vencen
    Venza en imperio.
    Por la Princesa agradecidos ruegan
    Minerva docta y al canoro Febo
    Y Calïope, del Saturnio padre
    Prenda querida
    A estos amará la gentil doncella
    Que sabiamente penetró sus artes;
    Con aquel rostro que los cielos calma
    Jóve repuso:
    —Dioses, gozaos: inmutales yacen
    Los altos hados de la excelsa virgen;
    Se ve á otras manos empuñar el cetro,
    no desespere.
    Ya su lugar encontrará el destino;
    Con gran fatiga á la elevada cumbre
    Logra arribarse: no tolera el cielo
    Débiles Dioses.
    Cual otras, fácil encontrará esposo,
    Más el que á ella destinó la suerte
    Lugar ocupa en elevada cima,
    Lejos del vulgo.
    Feliz el orbe regirá domado,
    Cuando á él se enlace la gentil Princesa,
    Y entrambos Polos doblarán la frente
    A tu Señora.
    Vuela á anunciarla que tranquila pase
    Ya sin recelo sus alegres días,
    Y a repetirla el que de mí escuchaste
    Fiel vatícinio.
    —No te acongojes, ni temor alguno
    Tal vez te impida predecir lo hados,
    Que por su orden cuando tú dijeres
    Ha de cumplirse.
    El tiempo dime del augurio, Ninfa,
    (Yo repliquéla) y respondióme aquesto:
    —Justo es tu ruego: conocer el plazo
    Justo parece.
    Díjolo el padre, al terminar la fiesta:
    Antes que Febo en su perpetuo giro
    Rado del Cancro al Agocero helado
    Pase dos veces.
    Ha de cumplirse el eternal decreto:
    Feliz entonces, pues sus votos logra,
    Llevar al ara la Princesa debe
    Sacros perfumes.
    Dijo la Ninfa, y ocultóse luego
    En rápido, argentando remolino,
    Surco trazando, al sumergirse, leve
    En las ondas del lago, antes tranquilo.
    Y yo que incierta por la infanta estaba,
    Sabedora por fin de su destino,
    Juzgué que á revelarle,disfrazado,
    Mercurio descendiera del Olimpo.
    Hoy constante es mi fe: por tal augurio
    Al cielo entrambas manos hoy dirijo,
    Y si se cumple en mi Princesa el hado,
    Pienso obtener lugar casi divino.
    (Traducción de Marcelino Menéndez Pelayo.
    Santander. 27 de diciembre de 1875).






    [1] En ella le decía:

    “he aquí la obrita de la pequeña alma de nuestra Sigea. Te pido a ti, hombre ilustrísimo, que, como me prometiste, decidas librarte de la aversión que tienes a la travesía, tanto a la cubierta como a ls bodegas de los barcos, si te parece adecuado, con la lectura de la obrita. Luego que atraques sano y salvo en Francia, lo que espero y pido a Dios, procura dar a conocer dicha obrita”.
    Prieto Corbalán, María R. Epistolario latino. Luisa Sigea. Madrid: Akal, 2.007, pág. 152.

     

    [2] Publicada por Serrano y Sanz, Manuel. Biblioteca de Autores Españoles. Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas. Desde el año 1.401 al 1.833. Vol II. Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1.905, pág. 403.

    «Eccum tibi, mi Sygaee, Aloysiae tuae carmen: quo equidem sum in ipsa navigatione adeo delectatus ut tedii nausseaeque levationem eius Manibus, tibique debeam. Nunc ad te redit ornatum Cl. Monselli peritissimi viri commendatione. Tu cura, ut infans maria, quid iudicium de eius alumna in Gallia factum fuerit, id vero intelligat. Aloysia, Sygaee, ex te denuo nascitur: immo vero prorsus numquam interiit. Viret autem saeculis innumerabilibus hoc pulchrerrimarum artium, quas illa studiossime coliut, adiumento; ac tanquam fax nunc magis accensa non Hispanas modo feinas, sed ceteras quasvis etiam incredibile litterarum amore inflammabi.
    Vale.
    Dat., Lutetiae Parisiorum, Kal. Iunii MDLXVI.»

    Cfr. nuestra entrada "Carta de Jean Nicot a Diego Sigeo. (1566)".

     

    [3] Bourdon, Leon et Sauvage, Odette. «Recherches sur Louise Sigea», in Bulletin des Études Portugaises. Nouvelle Serie, XXXI (1.970), pág. 65.

    [4] Reproducida por Silvestre Ribeiro, José. Luiza Sigéa. Breves apontamentos historico-literarios. Memoria apreentada á Academia Real das Sciencias de Lisboa. Lisboa, Typographia da Academia, 1.880, pp. 25 y 26.

    «Obtuleram iamdiu Sanctitati tuae quosdam ingenioli mei flosculos, studiosi instar agricolae qui florentibus primum plantulis, deorum cingit aras, ut iis propitiis, ad iustam proceritatem exsertae, uberiores fructus ferant. Nan vero iugi studio, provectiori aetate et cura vigilantissima, cum ad aliquanto maiores litterarum provetus essem provecta, operae duxi pretium maturiorum fructuum indicaturam linguarum varietate exornatam ad Sanctissimos pedes tuos, vere pontifex maxime, profundere. Accesit etiam Britonii poetae egregii ac philosophi suasus, cui, si bene memini, abhinc sexennio immaturas primitias audacula ad Beatitudinem tuam perferendas curaveram. In sano nuper a nobis sub rusticum pudorem quadam epistola prorsus excussit, adserens id, quod per totum orbem christianum fama celebrat, te celestis aulae clavigerum, “qui aperis et nemo claudit, qui claudis, et nemo aperit”, non ut mortales principes solent, difficilem, non morosum, non parcum, quin humanissimum atque in bonos propensissimum esse. Sed ne tot epistolarum numero Sanctitatis tuae aures gravioribus hac tempestate negotiis defatigatas obtunderem, Musae meae modulos apposui, quod Beatitudinem tuam numeris potius quam oratione soluta audierim delectari. Accipiat igitur loeta fronte “Syntram” in gratiam Mariae Portugalliae Infantis Serenissimae editam, quippe cui nostras operas eo libentius locamus quod, quemadmodum cum Caesare ac reliquis monarchis sanguinis spledorem, sic cum Musis rationem studiorum habet coniunctissimam; quod si sexui, ingenio et eruditione nostrae, sacratissimo pontificatu tuo florente, favere caeperit tua Sanctitas immortale hoc cum aliis innumeris beneficiis tota celebrabit posteritas. Valeat felicissime Sanctitas tua ut commissum sibi gregis christiani ovile pascat ac muniat.
    Apud invictissimi Portugalliae Regis aulam.
    Anno MDXLVI.
    Tuae Sanctitatis pedibus provoluta ancilla humillima.
    Loysa Sygea Toletana».

     

    Vid. nuestra entrada "Carta de Luisa SIgea al Papa Pablo III en cinco idiomas".

    [5] Prieto Corbalán, María R.. Epistolario Latino. Luisa Sigea. Madrid: Akal, 2007, pág. 60.




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