domingo, 12 de abril de 2015

OCTAVA, DE GREGORIO FERNÁNDEZ DE VELASCO

Gregorio Hernández (Fernández) de Velasco (1525?-1576 o 1586), toledano renombrado, poeta y humanista contemporáneo de Luisa Sigea, fue ensalzado por sus magníficas traducciones de Sannazaro (El parto de la virgen que compuso el celebre Iacobo Sanazaro [...] traduzido en octaua rima castellana por el lice[n]ciado Gregorio Herna[n]dez de Velasco. Madrid: Pierres Cosin, 1569), de M. Veggio (El treceavo libro de la Eneida de Mapheo Veggio. Zaragoza: Lorenzo y Diego de Robles, 1585) y sobre todo a Virgilio ("Los doze libros de la Eneida de Virgilio, Príncipe de los Poetas Latinos. Traducida en octava rima y verso castellano" (Toledo: Juan de Ayala, 1555), llegando a tener hasta seis reimpresiones en menos de veinte años.

Buena cuenta de ello dio Lope de Vega, en el "Laurel de Apolo" (Silva I), quien dijo:

Pero comiencen ya las nobles Musas
las justas alabanças, sin que formen
con la ignorancia escusas,
quando no con los méritos conformen;
pues bien este discurso mereciera,
si de uno solo, y no de tantos fuera.
Que ya a la voz de la verbosa Fama,
que al sagrado laurel ingenios llama,
círculos de cristal el Tajo encrespa
en rizos de oro de la arena crespa,
y a ver los que convoca,
trepar intenta la sublime roca,
a donde atenta mira
tanto de Amor y Marte docta lita,
acudiendo el primero
el Títiro español, nuevo Sincero,
cuya divina Musa toledana
dio poder a la lengua castellana;
Gregorio Hernández, a quien oy le deven
(aunque otros muchos prueven
a querer igualar su ingenio raro),
Virgilio i Sanazaro
hablar con elegancia, y no con vana
pompa inútil, la lengua castellana,

como diziendo en fácil melodía:
"¡Ay dulces prendas quando Dios quería!".
O en el parto sagrado de la Estrella
que cupo todo el sol del cielo en ella,
con estilo más limpio, más hermoso,
cándido y puro que la luz del día:
"Tú sola conduzir, diva María,
puedes mi Musa a puerto de reposo;
puedes, y tú querrás; y assí, entro cierto
de hallar a tu divino parto, puerto".



Escribirá también un "Catálogo de algunos claros varones de Toledo, en octavas, del Doctor Gregorio Fernández de Velasco" (fol. 59 rev.- 61 rev.), que Francisco de Pisa (Toledo, 1534 - 1616) insertó en su Descripción de la Imperial ciudad de Toledo.Toledo: Diego Rodríguez, 1.617. Es aquí donde nos encontramos con la siguiente octava, que hace referencia y elogio de Luisa Sigea, tanto más esclarecedora de su fama cuanto es la única mujer citada, dedicándole toda una octava completa, y, además, en italiano. Será Francisco de Pisa quien la convierta en una décima en castellano.


«Ecco insu il scoglio ynclyta Sigea,
del biondo Apolo e dulce pegno,
Christiana Cynthia, casta Cytherea,
del alme Aonie dal tempio degno;
questa è ch'il mondo non che Hesperia vea,
questa è incui sola è piu ch'humano ingegno
fe il largo ciel' l'estremo di sua possa,
non vide il fol tal spirto in carne e ossa».
«Vereys sobre un peñasco a la Sigea,
del rubio Apolo amada y dulce prenda,
christtiana Cynthia, y casta Cytherea,
de las Musas Aonias templo digno:
esta es la que no a sola España ilustra,
pues su buen nombre en todo el mundo suena;
en quien se halla más que humano ingenio,
y a quien el cielo dio con larga mano
lo más que pudo dar, y el sol no ha visto
tal spíritu y saber, en carne y huessos».

Cfr.: Pisa, Francisco de. Descripción de la Imperial ciudad de Toledo.Toledo: Diego Rodríguez, 1.617, fol. 61.




El conjunto del "Catálogo de algunos claros varones de Toledo, en octavas, del Doctor Gregorio Fernández de Velasco" es el que sigue:


[01] Gran multitud de gente veo en el puerto,
y a un lado y a otro dél por la ribera,
por cuyas señas y clamor advierto
que cada qual mi buelta alegre espera:
¡O luz y honor de España, amparo cierto
del clero, guarda fida y verdadera
del fiel rebaño, y de la grey Christiana,
Príncipe de la yglesia Toledana!

[02] ¡O claro, o ynclito prelado,
divino Archimandrita Siliceo,
que al trono como Aarón de Dios llamado
cumples al mundo un general desseo;
Sanón nuevo al Christiano pueblo dado,
con el valor que el viejo pueblo Hebreo;
discreta sal, ciudad sobre alta cumbre,
luz que da al suelo Hesperio nueva lumbre!

[03] ¿Qual buen destino, o padre de clemencia,
guardava tan buen fin a mi viage,
que en el desseado puerto tu presencia
me diesse sabrosísimo hospedage?
¡O mansa furia, o próspera violencia
de bravas olas, o sabroso ultrage
de tempestad, y de furioso viento,
pues oy me days tan dulce acogimiento!

[04] ¡O quién faltasse en tierra, quién huviesse
ya en essos tus divinos pies llegado,
o quién de tu pía mano ya se assiesse,
o mil vezes a huviesse ya besado;
o quien mil leguas de metal tuviesse
para te agradecer don tan colmado,
o quien estilo eterno aora me diera
con que en tan digno Silice esculpiera!

[05] Valgan, en fin, de oy, más lo que valieren,
mi débil voz, mi inculto y baxo estilo,
que mientra(s) el mar los ríos censo dieren,
en tanto que abraçare a Meroe el Nilo;
mientras al sol estrellas luz pidieren
(si a tanto bastara un tan frágil hilo)
iamás caerá en el piélago Letheo,
el nombre del divino Siliceo.

[06] Del vando antiguo y sangre generosa
de Silva y de Guzmán un Diego veo,
a quien Fortuna (a pocos tan piadosa)
dio el valor a medida del desseo;
¡O alma sola en todo venturosa,
si resurgiera un Lyno, o un Orpheo,
que con decente plecto te cantara
(si ha menester pregón virtud tan rara)!

[07] La gloria de Manrique don García,
illustre honor del Toledano coro,
cuya bondad, franqueza y cortesía,
buelven al mundo el dulce siglo de oro;
a quien la Virgen que parió al Mesía(s)
encomendó su temporal tesoro,
en arra dél del cielo, en la ribera
mi alegre bueta alegre veo que espera.

[08] Ya veo los tres ynclitos hermanos,
de España y de Velascos ornamento,
los dos con el tercero ufanos,
quanto el tercero con los dos contentos;
a quien dio el largo cielo a llenas manos
lo de que es a mil tan avariento,
heroyco pecho y libertad segura,
igual rostro a Fortuna, o diestra, o dura.

[09] Un claro Maestrescuela Toledano, [Bernardino de Alcaraz]
de estudiosos dulce asylo y puerto,
cuya largueza ensancha y haze llano
de virtud el sendero angosto y yerto;
tu gloria y nombre, o celebre Toscano,
Mecenas, queda ya de oy más cubierto
en nuve escura de perpetuo olvido,
un nuevo Sol tu lumbre ha escurecido.

[10] Allí veo un doctísimo Vergara,
Christiano Orpheo, milagro al mundo, solo
de cuya lengua y culto estilo usara
si en alguien humanara el sabio Apolo.
Un Cedillo de España lumbre clara,
un Álvar Gómez que uno y otro Polo
resonar haze el nombre castellano,
y a Lethe embía el Griego y el Romano.

[11] Un Garci Lasso hijo digno veo
de Garci Lasso espíritu divino;
y si me han dado ciertas señas, creo
que veo la luz del nombre Mendocino;
aquel que tanto y tanto ha de ser deseeo,
don Iuan Hurtado, de Madrid vezino,
por quien invidiarán como a más grandes,
a Fresno, y a Torote, Mincio y Andes.

[12] Un Sol de Ayalas gran don Bernardino,
que con sus sales (peregrino caso)
haze más dulce aquel licor divino
de la sagrada fuente de Pegaso.
Un Antonio de Heredia, varón digno,
por quien se diga Burgos ya Parnaso.
A par del qual Antonio veo de Soria,
de castellanas Musas rara gloria.

[13] Don Diego de Mendoça, cuya lyra
basta ablandar la inexorable gente,
Caravajal en cuyo pecho inspira
el dios Cylenio quanto entiende y siente,
don Iuan Coloña, que el grande Ebro admira,
y por le oyr enfrena su corriente;
iuntos diviso a Urrea y Oliverio,
igual luz de Castilla y reyno Iberio.

[14] Un terso Acuña, a quien el dios de Cyntho
dio el plectro, por quien Marsias perdió el cuero;
a fin que no invidiasse Carlos quinto,
como Alexandro a Achiles, un Homero
un Vanegas, de Musas laberintho;
un gran Laurencio, de Milán luzero;
mi buen Gabriel, Petrarcha Lusitano,
mi Pylades, Hypócrates Christiano.

[15] Un sutil Pero Vázquez, fiel archivo
del divino derecho, y del human,
por cuya intercessión ya no es esquivo
a nuestras Musas el severo Ulpiano.
Un buen Gaspar, de Euterpe templo vivo;
Francisco Lupo, Ovidio Toledano.
Un Chacón, un Cortona, un Merlo veo:
un Ampión, un Píndaro, un Museo.

[16] ¡O mi doctor Ortiz, o padre charo,
de humildad y doctrina mar profundo,
O Bernardo Venegas, fiel amparo
de pobres, viva efigie del Burgundo;
O vivas lumbres, cómo mostrays claro
al ciego, insano y turbulento mundo,
si quiere andarle, aquel sendero estrecho,
que al sempiterno alvergue va derecho!

[17] «Ecco insu il scoglio ynclyta Sigea,
del biondo Apolo e dulce pegno,
Christiana Cynthia, casta Cytherea,
del alme Aonie dal tempio degno;
questa è ch'il mondo non che Hesperia vea,
questa è incui sola è piu ch'humano ingegno
fe il largo ciel' l'estremo di sua possa,
non vide il fol tal spirto in carne e ossa»
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